Araña y Mac comenzaron a subir las escaleras con las armas
en la mano. Subían a la terminal del aeropuerto con cuidado; mientras tanto los
demás empezaron a organizar la salida subiendo las escaleras a toda prisa.
Paul estaba un poco distante y esperaba alguna respuesta por
parte de Mac. Araña bajó a toda prisa y algo nervioso.
- Tenemos que salir rápidamente. Creemos que están fuera, en
las pistas de aterrizaje organizando algún tipo de escuadrón para defender el
aeropuerto.
Jack se adelantó con la niña aún en brazos, con la esperanza
de que todo se desvaneciese como si de una niebla se tratara; una niebla que surgía
en su pesadilla envolviendo cada pensamiento y no dejándole despertar.
Los demás le seguían ya que la escalera era estrecha.
Volvían a la terminal y esperaban encontrar a Mac y a Araña hablar con los
militares, pero no fue así.
En cuestión de minutos, la terminal era un campo de batalla
donde muchos cadáveres yacían en el suelo. En las afueras se escuchaban disparos
y la respuesta del enemigo ante las defensas. Araña apuntaba a los grandes cristales
que daban a una de las pistas de aterrizaje. Las luces de emergencia iluminaban
parte de la terminal, pero en el exterior no se veía nada salvo los destellos
de las armas y alguna explosión. Mac entró al lugar. Su expresión era
preocupante y el grupo esperaba respuesta por su parte.
Paul se acercó más al cristal. Jack se preguntaba cómo
serian esos seres, pero el miedo le impedía matar su curiosidad.
- Tenemos poco tiempo para subir a uno de esos aviones del
ejército y largarnos a Italia – señaló Mac hacia el exterior mientras les daba
la única alternativa.
Todos se miraron y Jack avanzó unos pasos.
- ¿Solo tenemos esa opción? – preguntó a Mac
- No veo otra, salvo escapar con un vehículo a las afueras
de Londres pero…
Una luz azul interrumpió a Mac y atónitos vieron como en la
oscuridad, donde estaba situada la ciudad de Londres, apareció un hongo de
color azulado.
Estaba a muchos kilómetros del aeropuerto. La batalla continuaba
en el cielo negro de Inglaterra y gracias al resplandor se dieron cuenta de que
los aviones militares comenzaron a caer en picado.
- Pero… qué demonios… - Paul pidió una explicación de lo que
estaba ocurriendo – Están sin luces y no maniobran para escapar.
Muchas naves abrieron fuego mientras caían los aviones de
guerra. El grupo no pestañeaba. Sus ojos se quedaron clavados en la escena y
aunque la negrura de la noche les impedía ver lo que ocurría, las explosiones
en la pista de aterrizaje ayudaban un poco a ver la posición del enemigo.
De repente, una de las naves azules aterrizó en la pista
próxima a los aviones. Algunos civiles corrían fuera de las pistas con
intención de escapar pero no se veían bien. Las demás naves se alejaron en
dirección a Londres.
Mac se apresuró a mirar su arma mientras daba órdenes a
Smith, Paul y a Araña; los demás se escondieron donde pudieron. Jack se estaba
cansando de la situación y además la niña parecía pesar cada vez más.
Desde el exterior se podían escuchar disparos mezclados con
el griterío y explosiones.
- Nos vamos – ordenó Smith mientras observaba la escena.
Todos comenzaron a correr según salían de la terminal. Araña
y Paul disparaban sus armas y aunque Jack no veía nada por la oscuridad, unos
disparos que provenían de un lado de la pista permitían descubrir al enemigo.
Un pequeño grupo de cuatro militares disparaban protegiendo
un avión de pasajeros que encendía los motores. Comenzaron a subir las
escaleras.
- ¡Pelotón, al transporte! – ordenó uno de los soldados.
En la pista ya despegaba un avión pero el enemigo abrió
fuego contra el primer transporte. El avión estaba lleno de personas aterradas
por la escena; los gritos de angustia y terror fueron súbitamente silenciados
por un hombre.
- ¡Mirad!
Desde las pequeñas ventanas se podía ver cómo avanzaba uno
de esos extraterrestres. Jack pudo acomodar la niña en un asiento mientras
miraba por una de las ventanas del avión.
La armadura que cubría al ser era enorme; Debía de medir
unos dos metros; parecía un buzo pero en sus brazos se veían unos pequeños
cañones. Según avanzaba, con lentitud, se podía percibir que pesaba muchísimo,
pero el ser sabía utilizarlo muy bien. Mientras caminaba alargó uno de sus
brazos pero no le dio tiempo. Alguien disparo desde el exterior y le hizo
perder el equilibrio.
- ¡Es Sanders, señor! Vociferó uno de los soldados del
pequeño pelotón.
Jack miró cómo ese Sanders disparaba contra ese bicho
metálico. Nadie, salvo los militares, sabía cómo eran esos invasores.
No hubo más disparos y el silencio se adueñó del avión. El
oficial del pelotón se apresuró a llegar a la cabina de los pilotos y ordenar
el despegue. En ese momento entró en el avión un soldado bastante cansado. Miró
a Smith y le sonrió. Smith se quedó desconcertado y el avión comenzó a acelerar
por la pista.
- Mac, ¿este avión no ha tenido el mismo problema que los
cazas? – preguntó Paul – Los cazas se quedaron sin energía y cayeron como
moscas.
Mac estaba pensativo y observando a la gente respondió.
- Creo que se trata de un arma de esos hombrecitos verdes. –
Apoyó su mano en el hombro de Paul e hizo una seña a sus pantalones naranjas.
Paul no había caído en la cuenta pero con las ropas que
tenían, junto con las pintas de Araña, podían acabar fuera del transporte.
Mientras tanto el 747 de la compañía British Airway podía
viajar hacia Italia sin problemas… por el momento.